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Mostrando entradas de enero, 2018

Alma criolla

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"¿Y a ti de dónde te viene el gusto por la música criolla?" me preguntó una ex compañera de trabajo, al escucharme tarareando a la perfección el coro de Mal Paso. Mi abuelo escuchaba valses cuando regresábamos del colegio todos los días, y ahí fue cuando nació mi cariño le contesté. Además, soy del rico Barrios Altos, rematé. Ella sonrió y se fue cantando "si algún día te acuerdas de mi..." Hoy, que todos lloran a Polo Campos, pienso que el criollismo nunca muere, porque se lleva en el alma. Tal vez el gusto por la música criolla me viene de mucho antes, de que mi abuelo escuche "La Hora del Bitute" cuando nos traía de regreso del colegio a mis hermanas y a mi. De repente fue cuando tenía 9 años, y en el colegio nos enseñaron las letras de Y se llama Perú y Contigo Perú, yo las aprendí y nunca más las olvidé. También recuerdo que al año siguiente, nos hicieron entonar canciones criollas, como parte de una evaluación de arte. Mi grupo escogió Con

Tomar su mano

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Lo primero que le veo a un chico son sus manos. Unas manos limpias, con uñas cortas e impecables suma puntos, que reciben un plus si estas manos son suaves como las uvas, como dice un poema que leí hace muchos años. Y pocas cosas me gustan tanto como que el chico que me gusta me tome la mano. - Mi mejor amiga me contaba con lujo de detalles lo que había sucedido el último fin de semana. Ese sábado, ella había coincidido con el chico que tanto le gustaba. Ella sospechaba que la atracción era mutua, pero no se hacía muchas ilusiones, para que el globo no se le reviente en las narices. En un momento de su crónica me cuenta que él le agarró la mano, yo le pedí detalles, ¿enlazó sus dedos con los tuyos? le pregunté. Su respuesta afirmativa era el dato que necesitábamos para redondear la historia. Él también estaba templado de ella, se delató cuando tomó su mano. - Él me gustaba, y me gustaba un montón. Me ponía nerviosa cuando lo tenía cerca, sin embargo me gustaba sentirlo a

Cuarto intento

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Es mi cuarto intento de post hoy. Quiero hablar de un ex, a la tercera línea me doy cuenta de que no hay nada trascendente que contar. Pienso en decretar en voz alta que ahora, que recién empieza el año, es el mejor momento para soltar. Y mientras empiezo a escribir, me preguntó soltar qué, si siento mis manos mas vacías que de costumbre. Luego me animo para dar mi speech sobre el momento político del país y caigo en cuenta de que quiero renegar para no llorar. En síntesis, no tengo idea sobre que escribir hoy.  Debe ser que últimamente tengo la mente en blanco, ando carente de ideas, de planes, de motivaciones. El involuntario año sabático resultó ser contraproducente. Y es que ha venido de la mano de un aislamiento también involuntario e inconsciente. En este escenario prefiero tener la mente en blanco, antes que llenarla de ideas que no tienen ni pies, ni cabeza. La verdad, reviso mi historial y recuerdo una situación similar a este en el 2009, tras ese naufragio emocional