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Mostrando entradas de enero, 2017

Masoquismo

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Si no todas, la mayoría de personas tenemos algo de masoquistas. Es un lado que está ahí, durmiendo y despierta cuando menos lo pensamos. Algunos lo ignoran, otros lo enfrentan sin imaginar lo enorme que es y los efectos monstruosos que puede ocasionar en nosotros,  otros hasta parece que lo disfrutan y juegan con fuego una y otra vez. A veces nos gusta el dolor y nos volvemos masoquistas. Está más claro que el agua que a ese chico que te gusta tanto, que te parece tan inteligente, tan cómico, tan bien vestido y que huele muy rico, tú no le mueves un pelo de esa linda cabellera que te gusta tanto. Pero como eres terca, estás dale y dale con lo mismo de pasarle mensajitos puntualmente cada mañana, de inventarte cualquier excusa para saludarlo efusivamente, de invitarlo a salir. Cada vez es lo mismo, él responde cortante, o te promete llamarte y nunca lo hace, o presiona ignorar en su teléfono cada vez que aparece una señal de vida tuya. No está interesado, y eso lo sabes, pero

El apagón... y las cosas que suceden

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Tenías tus sospechas, algo había cambiado, pero no sabías por qué. O sea, no tenías la certeza, pero si intuías, sospechabas e imaginabas las razones por las cuales ese chico al que le movías el piso y te alborotaba el corazón te trata, ahora, con tanto interés como a una planta, tomando en cuenta que él no es jardinero. Hasta que un día aclaras tus sospechas. Sientes que una bomba reventó en tus narices, causó un corto circuito en tu corazón y un apagón en tu cara. A la mayoría de personas, cuando la ilusión se escapa por los poros, se nos nota en la cara. La sonrisa, el tono almibarado al hablar de él, el brillo en los ojos, es notorio, aunque nos esforzamos en disimular. Igual de notorio es cuando lastiman tu corazón. Así sea un golpecito mínimo que no ha dejado ni medio moretón, o una bomba que te lo destroza y lo deja roto en mil pedazos, una vez más.  Eso es conocido como el apagón emocional, equivale al estallido de una bomba que anula tus sentidos, cuesta procesar

Empezar bien, estar bien

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El inicio de un nuevo año emociona a todo el mundo. Ya sea por el tonazo y la consiguiente bombaza que promete, por la esperanza de que sea un año mucho mejor del que se deja atrás, por la oportunidad que representa y todo lo que se ve venir, por la ocasión para reflexionar sobre todo lo hecho, lo avanzado, lo que está en el tintero, lo que se olvidará. Sea como fuere, el año nuevo marca un nuevo comenzar, pero comenzar bien. Este comienzo puede ser un nuevo inicio, una continuación, o un pasar a limpio. Esto último es similar a lo que algunos, los que fueron los alumnos más aplicados seguramente, hacían en el colegio. Todo lo dictado en clase se escribía en un block y en casa, como tarea adicional, se daban el trabajo de pasarlo a su cuaderno, con el margen derechito, los títulos subrayados y en letras grandes, los signos de puntuación en su sitio y ni un solo remendón. Igualito, llega un punto en la vida en la que caemos en la necesidad de reescribir lo hecho sin borrones, s