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Mostrando entradas de julio, 2016

Planeando la familia

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El título suena a planificación familiar, pero no, este post no busca informar sobre los métodos de planificación familiar, o hablar sobre mi postura a favor o contra de utilizar alguna píldora, inyección o similar. Simplemente sobre el derecho que tenemos las mujeres de decidir si tenemos familia o no. No se sorprendan, ser mujer y no querer tener hijos es una respuesta completamente válida. La semana pasada leí una columna escrita por Jennifer Aniston en la que decía que no estaba embarazada, pero si indignada por la intromisión de la prensa en su vida y en la vida de quienes la rodean. Nosotras no somos famosas, mi actrices que saltaron a la fama por participar en una sitcom aplaudida y recordada por las tres cuartas partes del mundo, pero nadie está libre de gente metiche, la misma a la que le encanta opinar, sugerir, y hasta decidir por uno. Más todavía si osas decir en voz alta y como la cosa más natural del mundo que no tienes, no quieres y no piensas tener hijos. La

Ignorancia deliberada

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El conocimiento nos hará libres, y la ignorancia, además de hacernos atrevidos nos puede hacer felices en algunos casos. ¿Qué tan cierto es eso de ojos que no ven, corazón que no siente? Enfrentar y asumir la realidad es algo que nos toca, que debemos hacer, que corresponde, que responde a la sensatez, pero en miles de situaciones, por no decir en todas, es mejor hacerse los de la vista gorda, decir que aquí no pasa nada, mirar para otro lado, hacerse el loco. O, si queremos ponernos en plan más intelectual, aplicar ignorancia deliberada.  Es decir, sabemos lo que pasa, no somos tontos para no darnos cuenta, ni necios para tratar de tapar el sol con un dedo, pero eso que está sucediendo y que puede que sea peor de lo que imaginamos, o una cosita de nada, amenaza con romper nuestra estabilidad física, mental, emocional o todas las anteriores de un sopapo; quitarnos nuestra tranquilidad; quebrar la inercia con la que estamos tan cómodas en one.  Entonces, por una cuestión

Al profe con cariño

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Hay profesores y profesores. A todos nos debe haber tocado uno al que odiamos con todas nuestras fuerzas, y al que culpamos hasta la fecha por nuestra poca habilidad con alguna materia, y otros que le hacen honor al nombre y recordamos con cariño y algo de nostalgia. Por supuesto, como cualquier mortal, yo tengo de los dos tipos. Como he contado, innumerables veces, desde chica yo tenía clara la carrera que quería seguir, y si bien alguna vez miré de reojo alguna otra profesión, estaba segura que fuera lo que fuera, mi carrera iba a ser de Letras. Obvio, yo me he considerado incapaz en los números, pero esto no fue siempre así. Es más, recuerdo que a los 9 años yo decía bien librada de culpas que mi curso favorito era Matemática. Pero todo dio un inesperado giro al llegar a quinto grado. Es ley que en secundaria empieza la polidocencia. En primaria yo tenía tres profesores: la tutora, la monjita que nos enseñaba religión y la profesora de educación física. Pero en quinto d