Repensando la fluidez
Hace algunos años, bien plantado en los 30 aseguraba que las cosas o eran o no eran y que eso de que fluya era el parloteo barato de un pata que no sabía que quería, o más bien, si lo sabía y también sabía que no te iba a cuadrar ser su agarre. Pero, los años han pasado, la vida ha continuado y me he permitido repensar las cosas. La fluidez no es tan mala, es hasta obligatoria. Las ideas que me han hecho recapacitar y cambiar mi punto de vista sobre la fluidez, parten de mi misma. Primero, aceptar que las cosas no son o blancas, o negras, sino que hay una extensa gama de grises, por la cual transitamos, con la idea de llegar al negro o quedarnos a la mitad y regresar al blanco sin pena, ni gloria, o acomodarnos en el gris casi blanco, el plata brillante, el plomo rata o el tono de nuestra elección. Es decir, está bien tenerla clara, pero tampoco nos vamos a poner tan estrictos pues. Si nosotros estamos en esta vida, que se por si es un tanto complicada, ajustemos las reglas para si